Aunque muchos estudiantes menores de edad optan por realizar un curso escolar en el extranjero, el verano es también la época del año por excelencia para mandar a los hijos fuera de España a aprender idiomas. No es habitual que tengan problemas, pero en ocasiones surgen, sobre todo derivados del comportamiento de los jóvenes, especialmente si son adolescentes, lo que genera gran tensión a los padres por la distancia y por desconocer la legislación del país de destino.
Es mucho más grave que los propios hijos crean que, por ser menores, no pueden ser condenados o castigados judicialmente o que piensen que «como no lo he hecho en mi país, no me ocurrirá nada».
Nuestra sociedad no se concience, por ejemplo, de lo que supone cometer un robo, pinchar una rueda al vehículo de alguien, difundir imágenes de un amigo por redes sociales sin su consentimiento, acosar o vender marihuana sin aparente importancia, entre otras tantas acciones.